En el vértigo de la vida, hay que encontrar un instante para detener el mundo.
La contemplación de la lentitud del caracol, el vuelo de un pájaro o una gota de rocío al borde de una hoja bastan para abrir la mirada, serenarnos, ofrecernos una brizna de alegría, un retazo de universo.
Mas tarde, es necesario recrear ese instante, ser el caracol, el pájaro y la gota de rocío, ser la serenidad y la propia mirada que observa.
Anónimo
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